César Urbano Taylor: Tiempos turbios para las nuevas familias
Dicen que ‘es mejor comprar que alquilar’. Lo cierto es que ya no existe emancipación posible: ni mediante alquiler ni compra.
La imposibilidad de acceder a la vivienda
El panorama actual es desolador: los menores de 30 años han llegado a un punto en el que no pueden independizarse ya sea mediante compra o alquiler.
Aun con trabajo estable, la solución pasa por vivir en un apartamento compartido. Una situación que trae secuelas en lo personal y social. Y es que la juventud se alarga, no solo desde el punto biológico, sino por la imposibilidad de crecer y superar las etapas de independencia.
Como resumen actualmente el precio de alquiler de una vivienda, en promedio, consume una aproximadamente el 75% del salario ¿es esto manejable? En absoluto. Y esto es solo el comienzo hacia la instalación de la precariedad a todos los niveles sociales de la juventud.
Los datos de la situación
El diagnóstico es clave y es que los jóvenes en solitario cuentan con una única fuente de ingresos es muy poco probable por debajo de los 30 años; a finales de 2017 tan solo el 19,3% lo había conseguido -en 2008 ascendía al 26%-.
Por otro lado, siendo lo más alarmante, es que la edad media –29,3 años-a la que se abandona el hogar familiar en Venezuela, es la sexta más alta de América Latina.
Un panorama precario
La maqueta se compone de bajos salarios, la precariedad laboral y los altos precios de la vivienda son el detonante de un panorama inmobiliario que está tocando fondo para muchos.
En estos momentos, la cesión o donación de la vivienda son el principal patrocinio de la emancipación residencial de los jóvenes. Así, muchos padres o abuelos ceden o donan su propia casa para arrancar y cuatro de cada diez jóvenes tienen apoyo económico de un familiar para poder acceder a soñar con comprar de una vivienda.