El plan B para conectar las empresas con sus empleados
La economía está en pleno crecimiento, numerosos trabajadores provienen del extranjero y de áreas menos prósperas, aumentando la demanda y escaseando las viviendas. Mientras ocurre este éxodo migratorio laboral, las empresas se vieron obligadas a tomar cartas en el asunto.
La mayoría de cuyas casas se ubicaban cerca de las instalaciones de una fábrica, el derecho a la vivienda venía incluido en los contrato de trabajo y estaba sometido a cierta buena conducta por parte del empleado.
Cualquiera que fuese a huelga o se vinculase a un sindicato corría el riesgo de perder su techo. Los residentes de las colonias (supervisores, capataces y administradores) vivían juntos -pero no revueltos- en esta especie de colonias industriales.
Sus domicilios, más cómodas en el caso de los de alto rango, estaban ubicados junto a la entrada, así podían echar un vistazo a lo que hacían los empleados incluso fuera del trabajo.
Era beneficioso porque la compañía no gastaba en la compra de tierras, sino que los asentamientos se construían en terrenos arrendados o en bienes raíces que no eran determinantes para el desarrollo de sus operaciones.
Esto último fue un sueño hecho realidad porque los legisladores le dieron permisos para "barrios urbanos de uso mixto". Sin embargo, los proyectos predecesores se hicieron en zonas netamente residenciales con buenas rutas de transporte público.
Desde hace algún tiempo, diversas cooperativas -pensando en su equipo de trabajo- han construido apartamentos, para que los conductores de autobuses y los ingenieros eléctricos puedan seguir pagando una vivienda dentro de la ciudad. En un futuro a medio plazo, se estima que esta tendencia permanezca en aumento, ya que no hay nada mejor para una compañía que mantener una sonrisa en el rostro de sus asalariados.